Las setas

En la sierras de esta comarca las nubes han encontrado un enclave perfecto para anidar, aportando así la humedad necesaria para que los hongos estén cómodos y, en otoño, fructifique su manjar. Desde hace ya algunos años la recolección de setas se incluye en innumerables guías turísticas ofreciendo un binomio de sana actividad al aire libre y ocio. Pero, para nuestros mayores, el ir a coger setas nunca fue una gincana de fin de semana, sino la obligada tarea de echarse al monte a buscar alimento.
"Aquí hay setas, las de cañaílla y la de correór, pero la de correór son las fina, las más sabrosa. También las de chopo, que son las primeras de octubre… Hoy día las setas se han puesto como un deporte. Por ejemplo, hace diez año tú iba a cogé seta y cogía las que te gustaban y las que necesitaba, pero ahora vas y eso parece una romería, mucha gente… no es lo mismo que antes" (Francisco Zambrana Campaña, El Gastor).
Las gentes de antes eran expertos micólogos formados con el libro de la experiencia que, con pericia e intuición, sabían distinguir las setas que eran comestibles de las que no lo eran. En revueltos, en guisos, salteadas, a la brasa o en guarnición, las setas aportan a la cocina tradicional serrana tintes singulares que las hacen muy apreciadas.